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MADRE TIERRA PACHAMAMA (estatua viviente)

MADRE TIERRA PACHAMAMA (Estatua Viviente)
Interpretado por Miguel Chauqui


La representación se realiza en un mismo espacio escénico, año tras año en la esquina de la plaza Belgrano de nuestra capital, ubicado en la esquina de calles Sarmiento y Belgrano, la estatua fue siempre considerada como un hecho cultural y turístico para la Capital de la provincia, por las autoridades gubernamentales.

Objetivo: Que el público en general y el turista en particular conozcan y reconozcan la costumbre ancestral del rito de la PACHAMAMA actual, y por ende identifique a nuestra querida provincia por esta costumbre.

Desarrollo: Una estatua viviente de color marrón arcilla, en actitud contemplativa, cobra vida cuando el público ocasional lo requiere, depositando una pequeña contribución o no. Dicho acto se complementa con la entrega de una hoja de coca por parte del personaje al espectador, representando así, el ritual de la PACHAMAMA. La estatua entonces vuelve a la inmovilidad.

Comentario del autor

Las representaciones a través del tiempo fueron cambiando, en sus primeros momentos mi estatua se caracterizaba por ser eso, una Estatua Viviente más de las tantas que hay en el mundo.
El objetivo mío, del actor-actuante,  en un principio era mostrar belleza artística. Un trabajo bien realizado y diferente.
Pero, la gente que transitaba por el lugar se fue apropiando de esa creación, y la despojó de toda “mortalidad”. Fue eso lo que me hizo cambiar el modo de sentirme estatua, incluso el nombre se transformó, solo se llamaba estatua de “El coya” y bautizada por la secretaria de cultura de la provincia de Jujuy, la Dra. Liliana Fellner, con la denominación de”Mimo Coya”. Como el público, el transeúnte, los vendedores ambulantes, los turistas, que pasaban por allí se encontraban con esa imagen, la miraban, le ayudaban, le pedían, la respetaban, eso hizo que  el sentido, el objetivo cambie y cambió  también de nombre para que nadie se sintiera afuera de ella, de su pertenencia,  entonces se llamó “MADRETIERRA PACHAMAMA”. 
A partir de allí siento que debo estar en ese lugar y en ese tiempo  solamente,  para preceder al día (1° de agosto) de la celebración de nuestra fiesta, mejor dicho el homenaje a la tierra que nos da todo, la costumbre actual de la Madre Tierra Pachamama. 
Pero con una profunda investigación y sentido común, he llegado a concluir que el termino PACHA ES EL CORRECTO, ya que significa algo o mucho mas que la tierra.

PACHA: Esta pronunciación PACHA es la que debe primar, esta pronunciación no se escribe, se comparte de voz en voz, como antiguamente se transmitía. PACHA no significa solo tierra. Su significado es más amplio. Implica el lugar donde vivimos, las cosas buenas que hacemos y el respeto que nos tenemos los seres vivos. En Aymara representa Pa: Dos. Cha: Fuerzas, las que son complementarias.

Días y horarios de representación
Tres semanas de vacaciones en Jujuy Argentina
10,30 a 14,00  también de16,30 a 19,30 Hs.


Pequeña reseña de la actual Celebración de la Pachamama

Una de las herencias del imperio incaico en nuestro suelo americano, fue la adoración al universo, mundo, tiempo o lugar.

En el noroeste argentino en la actualidad se denomina a la tierra: Pachamama, madre tierra, madre del lugar o madre del cerro. La deformación de la palabra Pachamama a mi entender, se debió a la interpretación local del quechua Pacha, mas el castellano Mamá de los colonizadores españoles. Ashpa o allpa, en el idioma quechua significa tierra como soporte físico de muchos seres vivos.

Este rito antiguo “la celebración de la Pachamama” se hace para agradecer, pedir , bendecir los frutos hacer crecer las cosechas, multiplicar el ganado, cuidar los animales, bendecir a los artesanos y pobladores de la región, a la Madre Tierra.

Los festejos anuales en su honor son los 1º de agosto. En algunas localidades el rito es más acentuado. En casi todos los casos esta veneración se acompaña también con ceremonias religiosas católicas, oraciones, rezo, la señal de la cruz, etc.

En algunos pueblos la Pachamama se personifica con una mujer de rasgos indígenas. Básicamente el encuentro es organizado por la comunidad indígena o un consejo de Ancianos. Durante las jornadas de la fiesta, el hecho principal son las celebraciones que se hacen desde la mañana a la oración.

Los lugareños con sus cajas comenzarán a coplear largando al viento sus relaciones (coplas). Al cantar estos sones de neto origen indígena, sus almas narraran amores, protestan, opresiones, agradecimientos y bendiciones.

Todo es algarabía, se echan talco o harina, papel picado en las cabezas y se intercambian coronas de flores o de albahaca. En los corrales se marcan las cabras (la señalada o multiplico) y los cortes de oreja de los animales se guardan en la chuspa (bolsita) y se le pone un zarcillo al animal marcado.

Cada vez que se va a sembrar, cosechar, marcar la hacienda o correr el ganado, se cava un hoyo y en él se depositarán las ofrendas… es lo que se llama corpachar o dar de comer a la tierra. Se tiran a la tierra distintas bebidas en especial la chicha antes de beberlas.

En las sendas de los cerros se encuentran cada tanto amontonamientos de piedra llamados apachetas, estas sirven para guiar a los viajeros y ser un altar en el cual se dejan ofrendas diversas, hojas de coca, vino, chicha, aloja, comida, cigarrillos, yerba, etc. Se dice que estas apachetas son bien recibidas por la Pachamama, ya que ayudará a los peregrinos a llegar a destino sin inconvenientes.

 por Miguel Héctor Chauqui


Invocaciónes para la siembra
Por M. Anaya de Urquidi y difundida por el prof. Félix Coluccio en el Diccionario Folklórico Argentino

Khessua
Pachamama llajtayoj,
Upii, acullii sumaj mikhukhui
Kai jallpha sumaj kanampaj
Pachamama sumaj mama
Allinta purichun yuntas
Amataj saikhuchunjuchu
Allinta muju phutuchun
Amataj ima sajra kachunchu
Amataj q’asa jappichunchu
Allintaj poq’ochun
Q’anmantan mañakuiku
Jinataj q’opuguaiku


Español
Pachamama de estos lugares
Bebe, masca la coca y come a gusto esta ofrenda
Para que sea buena esta tierra
Pachamama buena madre
Haz que caminen bien los bueyes
Y que no se cansen
Haz que brote bien la semilla
Que no le suceda nada malo,
Que no le tome la helada,
Que produzca buena cosecha
A ti que te pedimos.
Dánoslo todo


Sobre las Estatuas Vivientes
Las misteriosas estatuas vivientes
por Ernesto Schoo, diario La Nacion
Espectáculos
Domingo 01.08.2010

Carteles callejeros anuncian en estos días, en Buenos Aires, la realización del Octavo Concurso Nacional de Estatuas Vivientes. ¿Habrá otra ciudad en el mundo donde se convoque a un certamen tan singular? Tal vez, los porteños más jóvenes imaginen que se trata de un arte (habrá quien cuestione esta calificación) nuevo, puesto que, salvo anteriores apariciones esporádicas, la proliferación de estos personajes inmóviles sobre un zócalo, apostados en diversos lugares de la ciudad, coincide con la crisis económica de 2001. Pero quien firma esta columna pudo verlos ya en su remota infancia, como números de los grandes circos alemanes que visitaron Buenos Aires en los años treinta del siglo pasado, el Hagenbeck y el Sarrasani. Las estatuas vivientes son mucho más antiguas, sin embargo.


Hay constancias de que en el antiguo Egipto se practicaba esta curiosa forma de teatro (porque su vinculación con las disciplinas escénicas es evidente) con fines religiosos. Y hasta políticos: la tradición informa del ardid del faraón Seti I, hijo de Ramsés I, que obtuvo la corona por presentarse en la penumbra del templo bajo la apariencia de una estatua de su padre que, imprevistamente, desde su pedestal exhortó a los fieles a confiar en las dotes administrativas del joven (y audaz) príncipe. Quien, por supuesto, se había puesto previamente de acuerdo con los sacerdotes para ejecutar su número. También Shakespeare contribuye a esta tradición: en su extravagante "comedia mágica" Cuento de invierno , la estatua de la reina Hermione -dada por muerta a raíz de una reacción destemplada de su marido, el rey Leontes- se anima y da un final feliz a la caprichosa trama. Es fama que Leonardo Da Vinci, para un rumboso festejo en honor de su mecenas, Ludovico el Moro, duque de Milán, cubrió de pintura dorada a un niño que encarnaba al Siglo de Oro: el chico murió envenenado por el barniz. En los fastuosos "triunfos" que celebraban las hazañas de monarcas y guerreros, desde la Edad Media hasta comienzos del siglo XIX, era habitual que figurasen estatuas vivientes, alegóricas de linajes ilustres y virtudes personales.


En la atracción que sentimos por estos mudos personajes urbanos, hay una mezcla de curiosidad y de temor. Nos intriga su inmovilidad, y a la vez, no podemos evitar el rechazo, desde un fondo oscuro, ancestral, de desconfianza ante lo que simula ser lo que no es. El recurso ha sido utilizado también con fines publicitarios: alguna sastrería porteña, allá por 1940, exhibía en sus vidrieras maniquíes vivientes. En un viejo film de la Metro sobre la obra de teatro El momento de tu vida , de William Saroyan, un muchachito es atraído por uno de esos personajes y se pasa las horas mirándolo: harto del escrutinio cotidiano, el supuesto maniquí se anima de repente y le proporciona un susto memorable. Hasta hace poco, los espectadores de De mal en peor , el admirable espectáculo de Ricardo Bartís, eran recibidos a la entrada del ficticio museo por un aborigen imponente. El actor asumía una inmovilidad tan engañosa que producía conmoción en el público al hacer el gesto de "¡me cansé!" y bajarse, desdeñoso, de su pedestal.


Porque es indispensable tener entrenamiento actoral para adquirir la condición de estatua, una manera original de paliar la crisis que afecta al gremio. Se trata de un juego, sin duda, pero con un trasfondo inquietante. Tiene mucho que ver con la certeza de mortalidad y el afán de burlar a la muerte. Vendría a ser el anverso de la aspiración inmemorial del hombre, de reproducir su imagen en materiales menos perecederos que su propia carne.


Hubo escultores famosos, capaces de evocar esa carne con una veracidad alucinante: no tanto la estatuaria griega, que idealiza los cuerpos, abstrayéndolos de los rasgos individuales, ni el frío neoclasicismo en el siglo XIX del danés Thorvaldesn o el italiano Canova, sino los genios como Bernini ( El rapto de Proserpina , Apolo y Dafne , en la Galería Borghese) o Rodin ( La edad de bronce ), en la que el mármol y el metal adquieren el temblor de la vida.


Tal vez, nadie lo expresó mejor que Charles Baudelaire en uno de sus sonetos de Las flores del mal , el que se titula precisamente "La beauté", cuyas palabras iniciales nos atrevemos a traducir: "Bella soy, oh mortales, como un sueño de piedra". Y cuyo primer cuarteto termina así: "Odio el movimiento, que desplaza las líneas, / y no lloro ni río, jamás".-

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LA PERDIDA DE LA ESENCIA DEL TEATRO